
El patriarcado se ha encargado de invisibilizar los múltiples aportes de las mujeres en diversas áreas del conocimiento, en las cuales ha predominado la dominación y la exacerbación del hombre por sobre la mujer.
Como docentes de primer ciclo tenemos el deber ético de rescatar los aportes de mujeres en el legado de la humanidad, y en especifico en la ciencia, así como problematizar el lugar de las mujeres en este campo. Comprendiendo que el desarrollo de esta disciplina no proviene desde la objetividad o la neutralidad, sino que se ve permeada por estructuras sociales e históricas que incluyen las de dominación sexual, cultural y económica hegemónica.
Por último, si nos cuestionamos de qué sirve a los y las estudiantes tener una educación científica no sexista, podríamos afirmar en torno a dos vertientes: primero cuestionar el rol predominante a nivel histórico del hombre en los campos de desarrollo del conocimiento, desafiando así los roles de género impuestos. Segundo, permitiríamos que más niñas y jóvenes se sientan interpeladas y empoderadas para querer desenvolverse en áreas negadas, acortando así las brechas de género y la desigualdades, derribando los mitos que rodean las expectativas sociales y profesionales del ser mujer.
Por un movimiento pedagógico antipatriarcal
¡Trabajadoras de la educación a luchar!